10 razones por las que leer a Shakespeare en pleno verano de 2025

¿Por qué meterse a leer ahora Hamlet, Romeo y Julieta, Antonio y Cleopatra, Macbeth, Ricardo III, Julio César, El rey Lear, La Tempestad..., u otras de sus increíbles obras?

Pues mira, por muchas razones...

1. Porque se cumplieron ya más de 450 años de su nacimiento. Y, por lo visto, aprovechó bastante sus días sobre la tierra, disfrutando y haciendo que otros también lo pasaran bien... ¡cuatrocientos-y-pico años después!

2. Porque conviene abandonar de vez en cuando el topicazo de que "¿Shakespeare? ¡Madre mía! Antes me como el cocido de mi mujer/madre/etc." Shakespeare es siempre un experto cocinero que tiene para cada ocasión lo que el cuerpo (el espíritu) necesita: un cocido, un refresco, un buen crepe, un filete grueso, una delicada fruta o incluso una chuchería...

3. Porque en pleno verano puede uno permitirse el lujo de detenerse y meterse en la vida de otros para aprender cómo vivir la propia.

4. Porque empezó a escribir cuando otros apenas sabían dónde vivían. Y de qué modo. Tiene gracia un video de Sir Ken Robinson en que se intenta meter en le papel del profesor de inglés de Shakespeare. Pues eso.

5. Porque escribió desde el ruedo, desde la calle, desde la compañía de sus actores: no desde su torre de cristal. Por eso llega siempre al lector: como una bocanada de aire fresco, o como una bofetada en toda la cara. Shakespeare percute siempre. Y más de una vez.

6. Porque, a pesar del frescor y cercanía, escribe desde el fondo y sobre el fondo. Es una buena cebolla, con capas y más capas, como el mismo hombre. Descubre al lector quién es y quién puede llegar a ser. No es momento de citar sus maravillosas citas que podrían llenar tratados de antropología. Pero ya quisiera Aristóteles echarse al coleto unas buenas cervezas con él, mientras arreglan el mundo. Y yo.

7. Porque, en épocas en que no había tele ni nada, hizo que al auditorio le llegara todo. Porque sus palabras gritaban y transportaban y adormecían y excitaban y removían. Y siguen haciéndolo. 

(Vamos a darnos el lujo de transcribir uno de los famosos insultos largos y elaborados de Shakespeare: en la escena segunda del segundo acto de El rey Lear, donde Kent insulta a Oswald de forma particularmente creativa y sin dejar nada en el tintero:
A knave; a rascal; an eater of broken meats; a base, proud, shallow, beggarly, three-suited, hundred-pound, filthy worsted-stocking knave; a lily-livered, action-taking knave, a whoreson, glass-gazing, super-serviceable finical rogue; one-trunk-inheriting slave; one that wouldst be a bawd in way of good service, and art nothing but the composition of a knave, beggar, coward, pander, and the son and heir of a mongrel bitch.
Que, en una traducción chatgetepeística y aproximada al español, sería algo así:
Un bellaco; un sinvergüenza; un comedor de sobras; un vil, orgulloso, superficial, miserable, con tres trajes, de cien libras, con medias de estambre sucias; un cobarde sin hígado, un bellaco leguleyo, un hijo de ramera, que se contempla en los cristales, servil, delicado, un bribón refinado; un esclavo que ha heredado un baúl; uno que se haría proxeneta por quedar bien, y no eres más que la suma de un bellaco, un mendigo, un cobarde, un chulo y el hijo y heredero de una perra mestiza.

8. Porque es un helado que no se gasta. Una corbata que no pasa de moda. Un paseo que siempre varía. Un clásico.

9. Porque una vez lo has probado quieres más.

10. Porque, a pesar de que tal vez necesite uno prepararse para otro estilo de escritura, cuando uno llega a él se encuentra a gusto. El teatro tiene sus cosas.

11. Y si no lo quieres, lo dejas. (OK: esto no es una razón. Lo sé)


PD. Recomiendo Ricardo III o Macbeth o El rey Lear, por los tiempos que corren: ambición desmedida, fraude, poder, etc. Un patrón universal de las pasiones humanas desenfrenadas.

PD2. Yo estoy con El rey Lear, en catalán: una impecable adaptación juvenil de Quim Carreras que pronto saldrá a sus plataformas de compra. 

Comentarios

Anónimo ha dicho que…

Lo que siento con Shakespeare es que, para enganchar a los jóvenes, lo ideal es que primero vean una muy buena puesta en escena como las del Globe Theatre o la Royal Shakespeare Company y luego se les invite a actuar. Leer a Shakespeare pensando como un actor, con la responsabilidad de interpretar a un personaje, te abre muchísimo más a su genialidad como escritor, porque el escribía para los actores para que pudieran poner las puestas en escena rápido.

No es solo lo que dice, sino cómo lo dice, aprender cómo usaba el pentámetro yámbico, ese ritmo que imita el latido del corazón, cambia totalmente la experiencia. Por ejemplo, el monólogo de Macbeth que empieza “If it were done when ’tis done…” está lleno de sonidos sibilantes, muchas “s” como susurros de serpiente, reflejando la tentación y el veneno de la idea de matar a Duncan. Es brutal y una vez uno lo memoriza nunca se olvida. La música del verso se graba en la cabeza de por vida.

O en Romeo y Julieta, cómo sus versos se completan entre sí, como si sus corazones estuvieran en perfecta sintonía. Es poesía, sí, pero también es cuerpo, ritmo, voz, emoción. Es fenomenal.
Jose Quintano ha dicho que…
Eso es un comentario. ¡Muchas gracias! ¡Habrá que memorizar y hacer memorizar ese monólogo!