Una sociedad de bonsáis

Un amasijo enano de ramas secas que produce lástima. En eso ha acabado el bonsái de un amigo mío. Por lo visto, cortaron mal las raíces. No es tan sencillo como creo que hizo: hay que cortar a la vez parte de las raíces y podar las ramas en una proporción similar, cortando entre1/3 y 2/3 de las raíces de sostén. Las de alimento, más finas, no se deben cortar. Copio de un experto: "Esta operación es delicada y si no se está seguro de que el bonsái sobreviva es mejor no podar las raíces o consultar con un profesional". En fin, que es complicado. Lo que he aprendido es que nuestra sociedad, a la que se han cortado las raíces, está seca, seca. Los grandes diseñadores de las revoluciones de nuestros siglos quisieron hacer un arbolito a medida, bonito y cuco, pero artificial. Quisieron moldear al hombre, cultivarlo en un bandeja (a eso se refiere en su etimología japonesa la palabra bonsái). El resultado está claro. Si tocas las raíces, una de dos: o queda un
árbol que ni da sombra ni fruto comestible, o queda una acumulación informe de madera muerta, que se tira con desprecio a la papelera. Volvamos a las raíces que sostienen y alimentan a la vez: Grecia, Roma y Jerusalén.

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