—Soy un hombre sin voluntad. Así de claro —y equivocado— me lo dijo un chaval de 16 alocados y falsamente despeinados años hace un tiempo. Un adolescente de libro que ahora es todo un hombre. El resumen que daba a su problema era terrible, como se ve. Pero insistía con aquel ritornello tan manido y clásico entre estos púberes: "ya me gustaría esforzarme, pero no puedo". Sobre lo que vale o no la pena, hemos escrito ya algunas veces en este blog , gracias a Dios. Pero vamos a abundar aquí en tres aspectos con la respuesta que le pude dar gracias a un educador que me ayudó: —Te falta la moneda del esfuerzo. (Ahora, buscando alguna foto simpática, he visto que en algún videojuego se habla de este modo. Y ya me sirve). Ahí va el primero: No se la llama moneda porque sí, sino porque sirve para pagar por las cosas realmente buenas. Para las otras, para las que apenas cuesta conseguir, hay otros modos. Pero hay cosas que, por valer más la pena, cuestan más de conseguir: Y no dej
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