Carta a Sandro Rosell

Como ingenuo que soy, señor presidente, me atrevo a dirigirle estas letras con un complicadísimo desideratum. Muy sencillo, eso sí, de exponer. Le pediría que hiciera lo posible para que algunos pudiéramos ser culés otra vez, si se vuelve a la normalidad. Me parece que, lamentablemente, no está del todo en su mano. Me refiero a lo bonito que sería un Barça, así, en general, como el entrenador del equipo que lo ha ganado todo: sencillo, austero, alejado del despilfarro y de lo llamativo (salvo, en ocasiones, sus modelos: cosa suya), comedido en sus actuaciones, prudente en sus palabras.... Un tipo normal, vamos, como el que te sirve el café, o te quita las espinas en la pescadería. Es que ayer pensaba: ¿y qué coche tiene Guardiola? Porque no lo he visto. Así: no lo he visto, no lo enseña. Y ahora me he enterado de que renunció al que iba a ser su Q7. Señor presidente: ¿no sería más que ejemplar y pionero un equipo se tiene a sí mismo como un simple equipo, y no como una máquina de ganar dinero, o como unas estrellas de la sociedad? ¿No sería increíblemente educativo que se la sociedad se aplicara lo que Pep intenta aplicarse y a los suyos? ¿No puede hacer algo su presidente para que, por ejemplo, no se hable del Barça cada día a cada hora? Exagero un poco, lo sé. Doy por descontado que, en esto, superan a su eterno rival por mucho. En resumen: ojalá consiga hacer usted un Barça muy grande en lo personal, puesto que ya lo es en lo deportivo. ¡Y muchas felicidades por su elección!

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