El silencio de los ojos

Las metáforas son poderosas: explican antes, más y mejor. "Además del silencio de la lengua existe también el silencio de los ojos". Preciosa.
Igual que no es lo mismo no poder hablar que no querer hablar (un mudo que un hombre que calla), no es lo mismo un ciego que un hombre que no mira. Nuestra sociedad nos empacha de visiones. En mucha parte, se basa en ver ("Una imagen vale más que mil palabras"), pero siempre le queda a uno el regusto amargo. Proviene de que, al ver y mirar y mirar y ver, se nos queda algo fuera. Hay quien, de tanto ver, se atonta. Estamos como empachados de tanta imagen. Nos conviene un ayuno visual. No es la ceguera, es el cese temporal del desparrame ocular. Y uno empieza a "ver" otras cosas. Por eso me ha hecho ilusión citar la frase, que acaba de modo totalmente precioso: "Además del silencio de la lengua existe también el silencio de los ojos, que nos permite ver a Dios". Madre Teresa, otra vez. 

(Por cierto que ayer murió Emili Teixidor, el escritor catalán. Y oí una grabación suya en que decía palabras parecidas a las de Madre Teresa. Bonita coincidencia.)

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