A todos nos gusta volar

Sugerente, el cartel que vi hace un tiempo en el aeropuerto. Tanto, que le hice una foto.

Ahora, días más tarde, lo veo, y me viene a la cabeza la idea original que me hizo fotografiarlo, y otras más.
La primera, ese volar. Vivir es volar hacia lo alto. Estamos hecho para las alturas. "Ad maiora natus sum". Ya lo hemos comentado por estos lugares alguna vez.
Pero luego he tenido otras ideas. "Manalive", una novela sobre la alegría de estar vivos, de Chesterton. Se inicia con la descripción de una ventolera y su efecto en un vecindario. Con el viento, aparece un estrafalario personaje, volando en un paraguas. Es el protagonista del libro. Con el correr de las páginas y con métodos tan raros como él mismo, hará ver a sus "víctimas" que lo que quieren es vivir, a pesar de sus pesimistas ideas (y hasta vidas). Recomiendo el libro.

Vivir. Aquí ha aparecido la tercera idea: un texto de "Crimen y castigo" en que Raskolnikov reflexiona sobre la necesidad imperiosa de vivir, de estar vivo, de existir. Impresionante, la imagen que usa. Ahí va:

 "En algún sitio he leído -pensó Raskólnikov siguiendo su camino-, en algún sitio he leído que, una hora antes de su ejecución, un condenado a muerte decía o pensaba que si hubiera tenido que vivir en lo alto de un risco, en un espacio tan reducido que sólo le permitiera permanecer de pie, rodeado de precipicios, de tormentas, de un océano, de la eterna oscuridad y de la soledad eterna, y quedarse así, de pie sobre un palmo de roca, toda la vida, mil años, una eternidad, habría preferido vivir así que morir en aquel momento. 
¡Cualquier cosa con tal de vivir, de vivir, de vivir! ¡Vivir como sea, pero vivir!...¡Qué verdad tan grande! ¡Dios mío, qué verdad! ¡El hombre es ruin!" 

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