Los límites de los canguros y Spotify

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Los anuncios de Spotify -que solo oímos y a veces escuchamos los perdedores que no tenemos cuenta de pago premium- no son malos, solamente. Son sinceros con el Zeitgeist: quizás sin pretenderlo, muestran bien el espíritu del tiempo en que vivimos. Y el de la realidad misma, a pesar de los pesares.
(Ya se sabe lo que ocurre con las generalizaciones: no todo el mundo vive como el Corte Inglés o Amazon o Spotify dice... pero sí una cierta mayoría). 

Vayamos al tema, breve, que nos ocupa hoy. Uno de esos anuncios cuya única finalidad conseguir que los odies y te hagas cuenta de pago que los omite, consiste en comparar los saltos de lo canguros, que no tienen límites, con tu cuenta de perdedor, que sí tiene. Otro anuncio habla de que los límites son necesarios, pero cortan mucho el rollo a la vida. Otro, que la vida está llena de negaciones, y que ya está bien. 

Casi todos los que he escuchado (una vez, luego solo oído) juegan con lo mismo: lo patético de los límites. Y, paradójicamente, la coexistencia de los límites, muy concretos y reales, con las ganas de que no los haya, también muy reales. En ese sentido, son inútilmente realistas: "hay límites, te guste o no". Eso es aprovechable. Y hasta educativo: hay límites. Y no son negativos, porque son realistas, necesarios: y no desde fuera, sino desde dentro. Los canguros no saltan lo que quieren, y eso no es asíporque a alguien le fuera mal y les impidiera hacerlo, sino porque son como son: limitados. Y ese límite les hace ser como son: es bueno, en ese sentido. 
Ya no pedaleemos más, que la cosa está señalada: cada cual que siga: el límite como ocasión de mejora y como aviso de dónde comienza lo peor. La templanza, ¡esa virtud!, tiene mucho que ver con los límites y el bien. Por ahí ya está dicho

(Obviaremos el hecho de que uno puede en algunos casos pagar para no tener algunos límites: y no solo en spotify. Pero no todos. )

Feliz final de verano. 

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