Sin diversión no hay juego (¿y viceversa?)

 

Un buen lema, en principio.

Vamos a darle un par de vueltas al asunto, que para eso nos han dado la cabeza (y para eso han hecho, quizás en vano, la campaña).

Se trata de una campaña que trata de advertir sobre los problemas de la ludopatía, esa adicción al juego.  Juega de modo responsable, dicen. Aquí, los responsables explican la campaña y su alcance. Destaco esto: 

"A través de una creatividad que enfatiza el slogan “Sin diversión no hay juego”, y que recurre a luces de neón rojas, con efecto de apagado y encendido en el caso la palabra “juego”, se ha transmitido a los usuarios el mensaje de que dejen de jugar cuando ya no experimentan diversión"

El juego se refiere, naturalmente, a las apuestas deportivas. La ludopatía es una de las conclusiones naturales: el juego engancha, porque la incertidumbre que genera el premio posible genera unas sustancias que el cerebro irá echando de menos. Si se suma a esto el componente dinero, el lío está hecho. 

Podríamos plantearnos dos preguntas. 

Primera: ¿es verdad que sin diversión no hay juego? ¿Es verdad que hay que dejar de jugar cuando no experimentas diversión? Es una pregunta tramposa, porque... depende. ¿A qué juego nos referimos? ¿Hay juego (futbol) sin diversión (cuando nos pegan una paliza que no podemos remontar)? Por supuesto, pero estás perdiendo y es la cara no amable de ese deporte y todos: unos ganan y otros pierden. Más: ¿hay juego (apuestas) sin diversión (cuando voy perdiendo y no puedo parar de apostar)? Lo mismito que antes. ¿La diferencia? Que la salud va por medio en el segundo caso (y a veces en el primero).  ¿No será que el juego (apuestas) no es un simple juego, sino un negocio trucado? Muy pocas veces alguien tendrá que dejar de practicar un deporte u otro tipo de juego "porque deja de divertirse" en el sentido médico. Lo normal, hasta ahora, era recomendar a esa persona que mejorara su carácter. La templanza, dicho de una vez por todas: aprende a perder, y a ganar. Es un juego. "Es que soy así". Pues cambia: sé libre. 

Lo que nos lleva a la segunda pregunta: ¿es verdad que sin juego no hay diversión? Hemos girado ahora la pregunta. Quizás. Tiendo a pensar que sí es verdad. Pero aquí entran dos preguntas más: ¿es verdad que siempre hay que juzgar las cosas en divertidas o no divertidas, o hay otros criterios de juicio? Y podemos abundar más: ¿es verdad que si no hay siempre diversión pasa algo? 

Conclusión, parcial, posible. El auge de la ludopatía (que no sin cierta ironía significa etimológicamente: padecimiento por el juego) solo puede darse en una generación como la nuestra. Nuestro siglo parece haber tomado como único criterio de juicio sobre la realidad si algo es divertido o no. O, matizando, sobre criterio preeminente de la realidad. Para darse cuenta de esto, basta con no perder la cabeza del todo cuando uno ve un anuncio. Ya no sirve para casi nada decir qué tiene el producto objetivamente, sino lo bien que te lo pasarás: lo divertido que es. 

Aquí, un botón de muestra: 


Se trata de aprender de una vez por todas que la vida no consiste solamente en jugar. Ni es divertida toda: y no porque sea aburrida, sino porque hay más criterios de juicio posibles, igual de humanos.

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