Doctor Strange en el multiverso de Juan del Encina (Más vale trocar...)

Nacido en 1468, Juan del Encina sabía más del amor que el Doctor Strange. Y eso sin necesidad de darse vueltas infinitas por el multiverso (de las múltiples siglas). Solo que habrá que presentar al buen poeta, que no ha salido en la tele.
 
Ayer por la noche echamos el rato viendo la película "Doctor Strange en el multiverso de la locura". Después de pasar en San Sebastián un día meteorológicamente inestable con seres humanos igual de inestables, no fue una opción del todo mala. Mucho efecto especial. Mucho colorido. Personajes conocidos. Alguna frase que buscar ser enmarcada en una camiseta púber. Y un par de peleas tontainas de puñetazos mal dados. 

Y todo para, quizás, presentarnos otra vez el tema de todos los superhéroes: la crisis de identidad y de norte de sus personajes, que no saben querer o ser queridos. Hasta ahora, la falta de padre (padre, no padre y madre) amoroso y comprensivo a la par que exigente. En esta, otro tema, como veremos en breve.
El caso es que de nada les sirven todo sus superpoderes. Han salvado el universo, pero para lo suyo —lo interior, lo más humano, lo personal—, no les bastan todos sus rayos ultra-lo-que-sea. Lo malo es que Marvel —y quizás todos los guionistas actuales de su estilo— nos empiezan a tratar como idiotas: tienen que decirlo explícitamente en la película, como si no nos diéramos cuenta. 

Hoy, desayunando, hemos comentado un poco la película con algunos de esos adolescentes. No es cosa fácil, porque con los carrillos llenos a más no poder no es sencillo articular palabra. Ni con la mente llena de lugares comunes: "vaya porro de película", sentenciaba uno, con la poca capacidad que le dejaban dos bocadillos de bacon en su boca. 
Pero, al final, tras un par de intentos —la crítica de cine de los adolescentes suele empezar y acabar en una frase contundente nada razonada: "una mierda" o "estaba chetadísima" o similares—, el chico se ha lanzado a dar en el tema, sin abandonar su edad: "va de que quiero tener unos hijos y mis hijos y yo y mis hijos y... ¡qué pesada!". No es literal, lo siento: las migas que aterrizaban en mi cara no me han permitido memorizar al 100% su escueto pero acertado resumen. Porque, repito, el espectador no es tonto: no hace falta que un personaje se suba a un coche y diga: "echo de menos a mi padre". Se ve. 

A Wanda, que se ha pasado al bando oscuro, le ha dado la famosa crisis de la maternidad, una y mil veces conocida. Esa edad biológica-personal en que a las mujeres les entran unas ganas salvajes de ser madres y  una ternura incontrolable lucha por dominarlas. Digo a las mujeres porque es más notable que en los hombres. (Aquí, una entrada sobre un gran documental al respecto)
Wanda, llamada a dominar no solo el mundo sino el multiverso entero, lo que le apetece es tener hijos. Y de poco sirve que no los tenga de hecho. En sueños, sí. Así que sí: ella es madre. Podríamos hablar aquí de el falso derecho a los hijos, que son un regalo, libres como son. Pero prefiero hablar de otro tema, y más en general: de la necesidad de formar una familia, de darse, de tener lazos atemporales y suprabiológicos en el tiempo y en la biología. De amar y ser amado, vamos. Eso le pasa a Wanda, que se da cuenta de que el universo entero no la sacia, porque no está hecho para ello. 

Al Doctor Strange, por su parte, le ocurre lo mismo. Con su capa viva y sus poderes increíbles, se le hace un nudo en la garganta a la hora de reconocer que no es feliz, porque no sabe dejar de cortar el bacalao todo el día, de tenerlo todo controlado. Su posible mujer se lo recuerda, pero no sé si a modo de bronca. Otra que no parece saber querer. Como decía un profesor amigo mío: "Muy bien los diagnósticos. Ahora, los remedios".


Sigamos, que le toca entra en escena a Juan del Encina. 
Porque este buen poeta y músico, que vivió entre el s.XV y XVI, tiene algo que decirle a Christine, al doctor Strange, a Wanda... y a todos nosotros. 
Escribió y compuso una bonita canción: "Más vale trocar". La música es de estilo claramente antiguo: preciosa. Ahí va.


Y la letra, también: 
"más vale trocar (cambiar) 
placer por dolores 
que estar sin amores". 
El amor lo vale todo, hasta la ausencia de placer, que no es lo que hay que buscar. 
"Es una vida perdida vivir sin amar", 
y  
"Amor que no pena
No pida placer
Pues ya le condena
Su poco querer"
Y demás correctísimos versos que añadiré abajo.

Se habla, claro está, de amor serio, comprometido, arriesgado, libre, gozoso, pleno. Amor, vamos. El de siempre. No poliamor o lascivia con barniz de cariño egoísta tantas veces, que así se las ha de llamar. No lo de esta película o posesividad y miedo a comprometerse en libertad, con el salto al vacío que eso conlleva siempre. Me entrego porque quiero, sabiendo que pueden fallarme, y puedo fallar. Y voy queriendo cada día, que el querer hay que alimentarlo. 
Pero no hago la tontería que pensar que, como hay riesgo, no hay amor posible.
Tanto Wanda como el Doctor Strange se equivocan en eso mismo, con sus dos variantes: quieren eliminar la posibilidad del fracaso que da la libertad del otro. A uno le asusta fracasar y no se compromete. A la otra, acostumbrada a mandar, le da pánico no ser amada y no quedar embelesada y regada de lágrimas si no es importante para alguien. El salto al vacío de la libertad. Eso es. 

(Para los amantes de los saltos al infinito, añado ahora algo. En Dios no se da temor, pero sí riesgo en su relación con nosotros, que somos libres porque así nos ha hecho. "Dios ha querido correr el riesgo de nuestra libertad", dice con gran precisión y belleza san Josemaría. Y de cada uno depende que le haya salido bien o mal. Quiero porque quiero, así de fuerte.)


Y ahora, como bonus track necesario, la letra de la canción, entera. El lector sabrá entender la altura de lo que se dice, que podría comentarse verso a verso:

Más vale trocar
Placer por dolores
Que estar sin amores.

Donde es gradecido
Es dulce el morir;
Vivir en olvido,
Aquel no es vivir.
Mejor es sufrir
Pasión y dolores;
Que estar sin amores.

Es vida perdida
Vivir sin amar;
Y más es que vida
Saberla emplear
Mejor es penar
Sufriendo dolores;
Que estar sin amores

La muerte es vitoria
Do bive afición
Que espera haber gloria
Quien sufre pasión;
Mas vale presion
De tales dolores
Que estar sin amores.

El que es más penado
Mas vaso de agua;
Quel mucho cuidado
Le quita el temor.
Así que es mejor
Amar con dolores
Que estar sin amores.

Noche de tormento
Quien ama con fe;
Si su pensamiento
Sin causa no fue.
Habiendo por que
Mas valen dolores
Que estar sin amores.

Amor que no pena
No pida placer
Pues ya le condena
Su poco querer.
Mejor es perder
Plazer por dolores
Que estar sin amores.














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