Piano, piano, si va lontano... (O "¡Has sido tú!")

Entre las dos fotos hay 4 años de diferencia. 
Destrucción
Destrucción
Esta misma mañana he tomado la de arriba, que he titulado destrucción; y, construcción, la de abajo, el 5 de agosto de 2019, en Graus, en el santuario de la Virgen de la Peña
Y ya venía siendo hora de usarla.

Los nombres ya nos pueden situar en el doble asunto de hoy. 
Se trata de una callejuela empedrada en sus inicios y en el inicio de su fin, si no se ataja el mal. 

Vamos a la primera.
Lo bueno de tener amigos profesores y educadores es, entre otras cosas, que aprendes mucho y que te regalan anécdotas sumamente visuales. Pues bien, uno de ellos me comentaba hace un tiempo su peculiar modo de hablar a los adolescentes creciditos de sus defectos y su vicios y adicciones. 

Vamos a parafrasear —inventando un poco— sus diálogos:
—Vaya, Eufrasio, así que por fin admites que eres un flojo y un borrachín...
—Pues no me queda otra...
—Pues tengo una buenísima noticia
—Adelante. La necesito.
—¡Es culpa tuya!

Construcción
Ante el estupor del púber, el amigo le explica lo que hoy a nosotros hacen las fotos del empedrado: que nada se destruye habitualmente de golpe; que ha sido uno mismo quien, a base de pequeñas decisiones más o menos conscientes, ha ido destruyéndose a sí mismo...

—¿Y qué tiene de bueno eso?

¡Su reverso positivo!: la segunda foto. El hecho innegable de que es también uno quien, poco a poco, va poniendo las piedras de su propio camino y se construye. 

Piano, piano, si va lontano..., dicen los italianos en una preciosa paremia: poco a poco, se llega lejos... para bien o para mal. 

(Por cierto, que no tenía ni idea de qué es una paremia, pero ya lo he aprendido: refrán, proverbio, adagio, sentencia. Hasta su origen etimológico, que vamos a ahorrar a lector que no quiera ir al enlace). 
 
Tú eres quien —ayudado o molestado de otros, qué duda cabe— te haces a ti mismo con tus libérrimas decisiones, pequeñas como son tantas veces. Eres sincero porque lo has sido siendo; eres laborioso porque has ido estudiando, con ganas y sin ganas, habitualmente: es decir, de modo que ha llegado a ser un hábito... a base de libertad personal puesta en acto.
Y aquí, todo Platón y Aristóteles, etc... U otros más modernos, como Leonardo Polo, que dice esta maravilla (un poco larga pero que compensa leer entera y subrayar) en su "Ética (hacia una versión moderna de los temas clásicos":
¿Por qué casi todas las normas morales son negativas? La forma negativa es adecuada para la libertad. Una norma prohibitiva deja un campo mucho más amplio que una norma positiva, siempre que no se trate de aquello a lo que el hombre se dirige en último termino —al amor irrestricto—. Decir: "no hagas esto" deja un amplio espacio para decir: "haz". Una restricción particular constriñe menos el ámbito de las acciones que un imperativo categórico global. Los proyectos posibles son tan abundantes que rebasan la planificación general. El futuro es más amplio que el presente. La formulación negativa expresa la siguiente advertencia: "si haces eso, adquirirás un vicio"; "no debes hacer eso porque te destrozas a ti mismo". Pero como lo que debes hacer y no te estropea, sino que te mejora, son muchos actos, estás en magníficas condiciones para actuar. Por consiguiente, conculcar una norma moral es un empobrecimiento de la condición humana, que para no abdicar requiere tanto la coherencia entre sus actos como la rectificación de los errores prácticos. 
La pretensión de que las normas morales sean predominantemente positivas es una equivocación propia del racionalismo moderno. No cabe pedir: "presénteme usted un elenco completo de reglas". La normatividad moral no es un reglamento, porque la libertad se lleva mal con los recetarios, que son más bien rutinas, y el hombre está llamado a más, como se desprende de la noción de voluntad nativa. Una potencia pasiva no se desencadena de un modo automático, como las tendencias animales. La voluntad empieza a actuar en virtud de lo que se le presenta; pero al adquirir hábitos la libertad entra en escena y las modulaciones de la acción humana son enormes. 
El hombre es un ser eminentemente activo porque es un ser llamado a un crecimiento irrestricto; por tanto, la pretensión de encauzar la propia vida por raíles consabidos, o normas morales positivamente obligatorias, no va bien con el ser humano. El ser humano está hecho para crecer, para ser cada vez más activo, no para cumplir reglas. La norma moral debe asegurar que el hombre no decaiga, y a eso se refiere la mayor parte de las normas morales: "no hagas esto porque si lo haces entras en pérdida". Las normas morales tienen un carácter antientrópico: la entropía es característica de sistemas cerrados, pero el espíritu no es un sistema cerrado. Con todo, un sistema abierto puede caer en un régimen de entropía (los vicios), y ello ha de ser prevenido por la norma. 

Queda clara, por tanto, la primera posible conclusión. Pero hay más, sí: aquí va la segunda. 
Se puede hablar, además de que tú eres quien te haces, de la velocidad de construcción de tu persona. Dicho de otro modo: de la maravilla de no correr; de la necesidad de parar, de no hacer las cosas al tuntún. Del "poco a poco" en su versión temporal

Y ahora vamos a volver al refrán italiano. Porque he encontrado una joya un tanto freaky: una web del Instituto Cervantes en que se estudian los refranes en sus variaciones y sinónimos. Y le he echado un vistazo, para ver de qué modo la sabiduría popular —siglos de hombres que han sabido vivir y han legado sus conocimientos vitales a las posteriores generaciones— ha plasmado esta idea de diferentes modos. Ahí van algunos. 

"Chi agisce adagio e bene, buon risultato ottiene" (Quien actúa despacio y bien, tiene éxito).
"Chi fa in fretta, ha disdetta" (Quien hace (algo) con prisa, tiene mala suerte)
"Chi ha fretta, vada adagio" (Quien tiene prisa, que vaya despacio)
"Chi va pian va ratto" (Quien anda despacio, anda bien)
"Chi va piano, va sano e va lontano (chi va forte va alla morte)". (Quien anda despacio, anda sano y llega lejos (quien va deprisa, le espera la muerte)).
"Più lunga la strada, più corto il passo". (Cuanto más largo el camino, más corto el paso)

¿Qué tendrá que ver la velocidad con el acierto? Me temo que eso solamente se lo pregunta, con cierto enfado o con una sonrisa pícara, un joven inexperto y ansioso. Como deben ser los jóvenes, por otra parte. Tiene que ver, casi siempre, todo. 
Prudencia, se le llama. Así dice Aristóteles:
La prudencia sólo se aplica a los hechos particulares, y sólo la experiencia nos la da a conocer; y el joven carece de esta experiencia porque ésta sólo la da el tiempo. 
Así que calma, poco a poco. Cosa que no implica que, una vez decidido lo que hay que hacer, se haga con diligencia. 

Pero eso es otro tema, para otro día.




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