Borrar objeto no deseado

Encontró hace unos días —no sé qué narices buscaba con "ps"— una aplicación muy actual: 
Borrar objeto no deseado
Vamos a derivar la frase, a ver a qué desastres nos lleva este falseamiento de la realidad; o sea, esa mentira:
Borrar objeto no deseado. Si no te apetece eso, fuera: quítalo.  La realidad ya no es la que es: es lo que se percibe. Ser es ser percibido, como decía Berkeley. Los avestruces lo saben muy bien.
Mostrar solamente lo que deseo de mí. Nadie tiene por qué saber lo que eres de verdad. Es más, nadie debe saberlo: es obligatorio quitar de la vista de los demás —como mínimo de ellos— esos defectos que te mortifican y atormentan. Sean físicos —esos granos, esa sombra de los ojos, ese...— o morales.
Borrar no el objeto, sino a aquel que no deseo. ¿Qué hace ese padre aguantándome —¡por favor, qué importante es esto!— a la vista de todos? Va a parecer que no sé ir en bici solo. Va a parecer... ¡la realidad! Pero qué molesta es. Mejor será borrarle. Ya: se ve claramente que estoy como muy torcido, ya plegando la bici: es que he aprendido muy deprisa. Y solo: yo lo puedo todo. Fuera de mi vida fotográfica —de mi imagen exterior— todo lo que no sea yo: fuera ese padre que no supo estar; fuera es madre molesta, que se fue; fuera ese hermano que no tuve; fuera esos amigos que no me entendían; fuera esos abusos que sufrí; fuera todo lo que me moleste. 

Quitar de la realidad lo que no deseo y mostrarla así, mintiendo
Ese es el resultado, descrito a las claras. Y es la manera más rápida de generar una psicología enfermiza. Por dos motivos: porque la realidad es como es, y porque depender demasiado de lo que otros digan no es sano. 
La realidad anterior a mí es parte de mí: eres como eres gracias a tu pasado. Y, a veces, "a pesar de"... que ha de volverse "gracias a". Hay que aprender a integrar el pasado en mi presente: conviene lograrlo y sacarle su jugo. 
En cuanto a la dependencia exagerada del prójimo,  salta a la vista que la autoestima será más que inestable mientras sea así

Ya sé que es solo una aplicación, pero es más que una aplicación: es un arma que usaban los dictadores. Stalin, sin ir más lejos.
Ahí dejo la foto.


La mentalidad dictatorial no es buena. Tampoco con nuestros hijos. Ni con nosotros mismos, por supuesto, y de eso se trata. 
Por eso, conviene decirle a los niños que están bien como están: luchando con sus partes malas. Es lo normal tener cosas defectuosas. Y luchar contra ellas, en lo posible. 
Lo anormal es pensar que uno no tiene defectos, o que es un puro defecto. 
Por si alguien quiere, ahí van más reflexiones al respecto, que ya se han hecho en esta web. 



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