Cae el techo de la escuela

Me ha encantado el artículo de Antoni Puigverd sobre la escuela. Por varios motivos: primero, soy profesor; segundo, es la primera persona (que yo conozca, por lo menos) que se deja de generalidades y señala no uno, sino dos objetivos concretísimos; tercero, en el colegio donde trabajo, funcionamos como señala y, ciertamente, la paz total, en el cementerio; pero, dentro de lo que cabe, se puede dar clase y los chicos no sólo atienden, sino que comprenden y mejorar como personas.
Mi experiencia como profesor y compañero de profesores se resume en esas dos cosas que el artículo señala: orden (mazo de hierro con funda de seda) y apretar en lo intelectual. Perdonen el exceso de texto, pero me hará mucha ilusión contar una última anécdota. En uno de los primeros exámenes, un profesor de mi colegio puso una pregunta especial llamada "pregunta cero". Todos debían responderla y quien la fallaba tenía un cero de todo el examen: era una pregunta de mínimos. No creían que fuera en serio. Pero sí fue en serio. Hubo 20 ceros de 60 personas, aproximadamente. Algunos padres se le quejaron en una reunión. "Calma", les dijo, "sé que vuestro hijo no es tonto, pero hay que apretar: sacará matrícula". Ahora mismo tienen excelente los dos.

Comentarios