Uniforme o no uniforme

En los artículos que he leído estos días sobre este polémico asunto, me sorprende sobre todo una cosa: la voluntad de diferenciar las posturas como si hubiera que condenar a la imbecilidad al que piensa de otro modo. Uniforme, sí, porque se gasta menos en ropa y las marcas y demás; uniforme, no, porque se evita hacer frente al problema de las marcas y del respeto más allá de las ropas que uno lleve. (Diré en un inciso que hay quien tarda milésimas en comprar el uniforme del Barça, hasta la toalla o la ropa interior...). Se olvida, frecuentemente, que hay que separar para comprender. No es lo mismo el problema económico que el del respeto. Aunque puedan estar relacionados, sin duda. En lo económico, parece que las dos opciones tienen su razón de ser como solución: un uniforme que sea barato, o ropa que tenga en cuenta que es sólo eso, ropa. En lo social, hay que afrontar el problema de la educación sea cual sea tu opción. Los de uniforme, no pensar que son mejores por ello, y asumiendo, cuando no lo lleven puesto, lo que ahora mismo comento. Los que no llevan, sabiendo diferenciar entre vestirse y disfrazarse, entre ser elegante y ser presumido, entre lo pijo-exclusivista y lo bueno-que-dura-muchos-años. Si se suman los dos problemas, también es opinable: un uniforme es económico, pasa de hermano a hermano, y evita tonterías; la ropa de calle es económica si uno quiere, pasa de hermano a hermano si uno sabe educar, y evita tonterías si es ropa y sirve para lo que la ropa: para vestir, y no para provocar. ¡Viva la libertad!

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