La vida y los embriones

La conocida paradoja de Zenón de Elea en que la liebre es incapaz de adelantar a la tortuga vuelve a repetirse. La directora del banco de células madre del centro de medicina regenerativa de Barcelona, Anna Veiga, dice que no sabe "en qué momento aparece la vida. Es un continuo". Y por tanto -y en ese "por tanto" está el quid- no considera que el aborto sea acabar con una vida humana. Zenón "demostraba" falazmente -por eso es una paradoja- que la tortuga no era adelantada porque siempre avanzaba un poquillo, y cuando la liebre estaba por adelantarla, avanzaba otro poquillo. El asunto está en ver que Zenón frena y para a la liebre mientras habla de la tortuga. El movimiento es continuo, y "por tanto", tiene un principio y un fin. Si la vida humana es vida, lo es... desde el principio. Que no sepa cuándo es no implica jamás que no lo haya. La conclusión de Zenón es mentirosa: la liebre sí adelanta. La de la directora del banco de células, también: si al final hay dignidad y vida, al principio debe haberla.
Además del error lógico, y es otro error muy serio también, no puede actuarse en materia tan grave -la vida- con ignorancia tan grande. Ni con duda. Otro asunto es que haya un gran miedo en reconocer que los cientos de miles de embriones humanos que están almacenados son hombres y mujeres tan dignos como ella misma o yo. Lo mejor es, para empezar, no equivocarse más.

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