El continente quejumbroso

Así define a Europa Alejandro Lorente en La Contra hoy mismo. Desde su punto de vista, es un acierto. Y sabe de lo que habla. Me sumo al carro de las definiciones de Europa. Pero no voy a poner una mía, que no valdría demasiado. Transcribo un increíble extracto del artículo de Evelyn Waugh titulado "Convertido a Roma: cómo he llegado hasta aquí", publicado el 20.X.1930 en el Daily Express, casi un mes después de su conversión, el 29 de septiembre de dicho año. Agarraos. Lo de quejumbroso es poco. Y en 71 que hay entre los dos textos, poco ha cambiado el análisis. Sólo que Waugh da pautas."Creo que, en la fase de la historia europea en la que nos encontramos ahora, la cuestión ya no se dirime entre el catolicismo, por una parte, y el protestantismo, por otra, sino entre el cristianismo y el caos... Por todas partes vemos hoy la negación práctica de todo lo establecido por la cultura occidental. La civilización -y no me refiero al cine hablado o a la cocina envasada, ni a la cirugía o a la higiene, sino a la total configuración artística y moral de Europa- carece en sí misma del poder de sobrevivir. Su supervivencia le ha llegado a través del cristianismo, y sin este no tiene sentido ni tiene fuerza pedir lealtad. La pérdida de fe en el cristianismo y la consiguiente falta de confinza en los principios morales y sociales se ha visto encarnada en el ideal de un estado materialista y mecanizado... Ya no es posible... recibir los beneficios de la civilización y, al mismo tiempo, negar la base sobrenatural sobre la que ésta descansa".

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