Diario de las JMJ (17.8.2011)


I.
¡Qué lástima estar aún en Barcelona! Pero ya queda menos. El viaje será largo y cansado. Tanto da: el fin es bueno.

II.
He visto en el telediario algunas imágenes y noticias de Madrid. Un voluntario de las JMJ ha sido detenido por planear atacar a los antipapa. Vamos a no juzgar. A nadie. Está claro que esa acción se sale de lo normal, eso sí. Me remito a un tweet que bien puede relacionarse con la reacción ante este lamentable suceso:
"El sensacionalismo y generalizaciones eran muy malos con el #15m, ahora parece que valen para el #jmj. Coherencia". Efectivamente. 

II. 
Cantidad de gente confesándose. "Un éxito", se puede pensar. El católico, sin embargo, si está bien formado y entiende qué significa que Dios tiene las manos atadas y sólo uno mismo puede desatárselas, sabrá que basta con que un tipo se haya confesado para que todo haya valido la pena. Un tipo. La Iglesia imita en esto a Dios: no sabe contar más que hasta uno. Cada cual, con su nombre. No hay multitudes para Dios: es Juan, María, Pedro y Marta.

III. 
Un último pedal. ¿Son los cristianos peores que los demás? ¿Son mejores? No hay demás: son los demás. Y tienen la suerte, regalo que han de buscar expandir, de tener medios para ser cada día menos granujas que el día anterior. Lo digo porque me da la sensación de que hay quien piensa que los cristianos se las dan de mejores. La verdad es que no. Que uno sepa cómo arreglar un problema no implica que lo haya arreglado. La Iglesia tiene en su poder un bonito Ferrari para cada uno. Y a nadie se le ocurre decir que sea un mal coche, aunque pocos son los que recuerdan por qué suma de errores y fracasos han tenido que pasar para llegar a ese estupendo producto final. Cada cristiano es la suma de errores que da un final precioso, porque el ingeniero es divino. (Lamento estos troncazos, pero mejor esto -razonando y en positivo- que rajar. Además, entiendo que se raje: yo lo haría... quizás con más gracia, incluso...)



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