Nativos e inmigrantes éticos

Esta es la segunda parte de un post.
Se dice -es un lugar común ya establecido, y quizás lo sea desde que el hombre va erguido- que las nuevas generaciones son rompedoras.
Quizás lo digital de nuestra era ha hecho que el impass entre ambas generaciones sea más hondo: un precipicio. Se habla de los nativos digitales. Y de los que no lo son: los inmigrantes.
Bien. Dejando a un lado el hecho (porque es un hecho cada vez más aceptado) de que tener un ordenador no es lo mismo que ser nativo digital, podemos usar la metáfora de los nativos para explicar más cosas.
Dicho clarísimamente, y en forma de sencillo diálogo (que creo que ayudará), sonaría así:

-¡Quita ese trasto de tus orejas, jovenzuelo!
-Son unos headphones, abuelo, conectados a mi iPhone. Con Spotify tengo todas las canciones que quiero y más. Y si alguna no la conozco, la busco con Shazam y la bajo, y la comparto en Twitter y Facebook y lo que haga falta. ¿Tienes wifi en casa, abu?
-¿Mande?
-Abuelo, que no estás...

Hasta aquí la primera parte: la visión del niño que sabe y el abuelo que no. Pero la segunda -no pienso poner un diálogo- sería mejor.
¿Cómo ha aprendido el chico esos nombres (y otros: proxy, servidor, disk, hardware, web, y otras mil)? Pues preguntando cuando no sabía, y buscando donde debía. No nació (hay está el posible error del concepto "nativo digital") sabiéndolo.

Resulta que los abuelos y no tan abuelos son nativos en otro mundo, en el que los chicos y no tan chicos son totalmente inmigrantes: el mundo de los valores. Y se trata de que se les expliquen, igual que ellos han aprendido los suyos. Igual que el niño corrige al abuelo cuando dice "Feisbuz" y le enseña que es "Facebook" porque no tiene ni idea..., el abuelo sí sabe qué es el pudor y la intimidad y el esfuerzo y demás valores que hoy día brillan (en parte) por su ausencia.

Conclusión y "aviso" a todas las instituciones educativas (familia, colegios, parroquias, etc.): no se trata de cambiar las palabras de los valores que llevan años y años funcionando y que los jóvenes no parecen (en ocasiones) conocer. Ni mucho menos los valores. Se trata de llamar a las cosas por su nombre. Igual que "web" es "web", "pudor" es "pudor", y "pornográfico" es "pornográfico", y no "sexy"; y "vanidoso" es "vanidoso", y no "metrosexual". Y demás. Porque los valores (y todo lo demás: también los términos informáticos) hay que aprenderlos y revivirlos en cada generación de hombres: no son genéticos. En eso consiste, entre otras cosas, la educación. 
Hala, a darle a la bola.

PD: Si alguien duda de que la Iglesia es (siendo mucho más que eso) una institución educativa, conoce sólo una parte muy pequeña ya no de lo que ha hecho, sino de lo que hace todavía.

Y es, por cierto, una de las instituciones que han entendido esto a la perfección. ¿Qué es, sino enseñar de nuevo todo, lo que está haciendo el Papa, por ejemplo? No se trata de cambiar las palabras, sino de que los hombres de ahora las hagan propias."Liturgia" es "liturgia", y si no sabes lo que es porque no has usado la palabra nunca, ya te la explico, pero no la voy a cambiar.



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