"Peor es meneallo, amigo Sancho" (o "No abundemos tontamente en el mal")

El pasado miércoles (que, irónicamente, como se verá en breve, rima con estiércoles) fui de excursión en bici. 
Salimos de Roncesvalles y al lío: quilómetros, rampotes, paisajazos y compañía terriblemente buena. Todo una maravilla. Hasta que, a falta de 20 km, en una curva en llano y casi subida, pisé los restos de un excremento vacuno y me fui a besar el suelo. A la derecha, el culot roto, y el maillot sucio. No es barro del todo, no. Gracias al cielo, iba muy lento y no fue nada: un rasguño menudo y a otra cosa. 

¡Lo que son los estiércoles! Muy buena imagen para explicar, por ejemplo, que, en esta vida, hay que desanimarse cuanto antes. Pero eso ya lo dijimos
Ahora podemos explicar otra posible lección de esa caída. Muy lineal y casi directa. Esta: no pises la mierda, que te caerás y no sacarás nada bueno. Evítala. Déjala en paz... relativamente

Es la sopa de ajo otra vez: no es algo que vayamos a descubrir ahora.  
Existe en catalán un clarísimo y escatológico proverbio:
"Com més es remena la merda, més put".
Traducción: "cuanto más se remueve la mierda, más apesta". La web consultada, sin embargo, me ha llevado al refrán que se usa en castellano para el mismo uso, y a su singular origen: "peor es meneallo"
En este blog, se explica el supuesto origen de la expresión. Está, ni más ni menos que en el Quijote (bueno libro para leer en verano): 
"Peor es meneallo, amigo Sancho". 
Así dice Don Quijote a Sancho. Y se refiere al episodio descrito en el capítulo XX, en que Sancho quiere "hacer lo que nadie puede hacer por él" y no logra pasar desapercibido ni por los ruidos de sus ventosidades, ni por el olor de sus excrementos.

Abandonemos ya lo escatológico y acabemos con la idea de fondo, tan simple. Es bastante común torturarse con los errores pasados, con los excrementos que hemos ido dejando por el camino, o que otros han abandonado. No hace falta, porque no se saca nada bueno, ir y volver una y otra vez. A los fallos hay que revisitarlos solo una vez: para hacer examen y aprender. ("¿Por que me he caído? Por esto, así que en adelante intentaré tal o tal cosa"). Una vez. 
Y luego, no más. ¿Por qué? Porque nada bueno o práctico sacamos, más que atormentarnos en vano. O porque volveremos a caer. 
Lo cierto es que hay maneras más complicadas que el típico "otra vez he pensado en eso que hice mal". La más famosa, y es "error de principiantes" para San Juan de Ávila, es tentarse a uno mismo: ponerse en situación de error cuando nada ha pasado todavía. Ejemplo: "ahora llegaré a tal sitio y estará tal persona y me dirá no sé qué", o "luego iré al examen y me quedaré en blanco, como siempre", o "vendrá mi mujer y le diré cuatro frescas, porque seguro que...". 

Dicen los psicólogos que, cuando uno se descubre a sí mismo en esos caminos tortuosos, es buena cosa seguir tres pasos: reconocer que uno se está liando, que ahí está de nuevo este pensamiento negativo, o tentación; dejarla en paz: dejar que se vaya, no engancharse, ni para "defenderse intelectualmente" ("yo no quiero esto porque A y B y C"); y centrarse en lo que uno estaba haciendo en aquel momento en que se le ha presentado ese pensamiento. 
Dicho con un ejemplo: hacer como cuando uno se encuentra en su camino con un perro ladrador (muy ladrador, si se quiere) pero que está bien atado. Solo un adolescente alocado e imprudente se acercará a hacerle callar. Las personas sabias (y eso queremos ser todos), pasan de largo, después de una breve mirada y consideración sobre el volumen de sus ladridos. Pero a nadie se le ocurre acercarse o quitarle la cadena. 
Ya cada cual sacará sus consecuencias, pero no piséis la mierda.


PD: Para los freakys como yo, añado estas líneas. Lo cierto es que el blog dice algo no exacto: no fue Cervantes quien creó esa expresión. Porque la usa en la segunda parte del Quijote. Y porque resulta que en latín hay un proverbio igualito: "Res satis est nota: foetent plus stercora mota"; es cosa bastante sabida. más huelen los estiércoles movidos.

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