¿Lavabos o palacios?

Otra de las maneras que tenemos hoy día para confirmar que algo va mal, que estamos perdiendo el norte, que damos más importancia a cosas tontas que a las serias... es el dineral que uno puede llegar a gastarse en decorar el baño. Ni más ni menos, señores y señoras. Teclead en Google: "Consejos y trucos para decorar el baño". Se obtienen aproximadamente 1.360.000 resultados en 28 segundos. No me he parado a mirar. Sólo para buscar una foto. Y me ha costado elegir... ¡hay tantas!

Hoy día parecen más palacios que lavabos. Da hasta cosa ensuciarlos. Que a eso vamos: a lavarnos, dejando lo sucio. No digo yo lo contrario, cosa que sería extremista también. (Ya sabes a qué me refiero: una sala con suelo de tierra y un hoy en medio, o en una esquina. En otra esquina, un tubo de plástico del que saldría agua con barro. Y, a lo sumo, un pote de jabón; o una pastilla).

Pero me parece un poco exagerado. ¿La razón? El excesivo culto al cuerpo, y a la propia imagen. 
Recuerdo que, hace ya unos años, conocí a un chico lituano. Se sorprendió mucho del tamaño de los espejos de mi casa. Por la misma razón.

Da que pensar.

Propongo tener en cada casa una sala de estar con biblioteca digna y con películas clásicas. Para contrarrestar, como mínimo, y cultivar el espíritu. Y, a ser posible, una sala con dos o más sofás, donde hablar con los demás y dedicarse a ellos. Sin wi-fi, por supuesto.

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