"¿Con quién te comunicas?"

Eso decía un gran amigo mío de medio siglo, poco habituado entonces a las nuevas tecnologías, cuando las personas con las que estaba se ponían a teclear, desenfrenadamente o no, en la pantalla de su teléfono... 

Otra versión, un poco más directa es usar un escueto "¿Te aburrimos?" cuando uno deja de comunicarse con los que tiene delante para empezar a comunicarse con los que no tiene delante. Esa sería la explicación. 
Por supuesto: está el multitask. Hoy ya somos todos multitarea: podemos hacer dos cosas a la vez. O tres, incluso. O tal vez no podemos. Porque tal vez se trata de la calidad y atención que ponemos en lo que hacemos, que depende de la acción que sea. Si estoy hablando con alguien y entra otro en la sala (en la conversación) dejo de hablar con uno para hablar con el otro. Así de sencillo debería ser.

La cosa es pensar los mensajes como lo que son ("¿Con quién te comunicas?"), medios de comunicarse con personas, que merecen toda mi atención. Si no, ocurre que por la comunicación instantánea perdemos la comunicación. Humanizar la tecnología. O no deshumanizarla. Sin dramatismos. Con tacto. Normalidad.

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