El hombre es del tamaño de su sueño

Hice esta fotografía en un bar de Fátima, la Semana Santa del año pasado. En el reflejo se ve gente sentada, tomando su cena mientras Barça y Madrid medían sus poderíos.
Es más que posible que los chicos no se dieran cuenta de qué tenían delante de sus naricillas adolescentes. Casualmente (o no) yo acababa de leer un libro de un amigo portugués, "Los secretos de Portugal", que abre al lector el tesoro luso. Una moneda de su patrimonio cultural es Fernando Pessoa, ese escritor excepcional.

Fernando Pessoa y sus poéticas sentencias: "El hombre es del tamaño de su sueño".
"Lucha por tus sueños", dicen mil y una canciones para púberes. Romanticismos hueros aparte, Pessoa tiene razón. Basta pensar en Magallanes, ese portugués, y su alucinante sueño de unir los océanos por otras rutas. 
A nuestros adolescentes les hacen falta sueños que valgan la pena, sueños consistentes: retos de futuro, como se dice ahora, con aires de objetividad.
Algo que les saque de su continuo cálculo de satisfacciones y utilidades.
Recuerdo un alumno que me decía: "Me gustaría ser profesor y enseñar, pero quiero poder ir a casa por los túneles", en alusión al lamentable sueldo de los profesores.
Y digo de intento este ejemplo, porque no todo el mundo descubrirá la vacuna contra el SIDA, o contra la malaria, o llegará a curar el cáncer, o a llevar la instrución mínima a mucha gente, o a erradicar la pobreza en algún país, o a acabar con las guerrillas, o con la mafia, etc.
Se trata de lograr -como esculpía en el aire un alumno que tuve hace ya años- "pasar, en lo que hacemos cada día, de la prosa al verso". Hacer de modo excelente lo ordinario, lo que tenemos entre manos. O sea, amando, pensando en los demás, sirviendo, más que haciéndolo sin errores, inevitables como son.

Un bonito sueño por el que vivir.


PD: Habrá parte II.

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