Belleza y arte (¿No quiero grit-arte?)

 

Aquí va un glorioso vídeo que nos dará que pensar. (Gràcies, Quèlot).
Es arte en estado puro: una cierta técnica al servicio de la belleza que rescata al hombre de sus bajezas morales, y que lo eleva al asombro y a la contemplación. 

Sobre qué es bello y qué no, han corrido mares de tinta. Sobre el arte, océanos. Y más todavía sobre la relación de ambas cosas. 
Me basta una cita de Elogio y refutación del ingenio, un recomendable ensayo de José Antonio Marina sobre el arte, para  mostrar la disparidad de opiniones que creó la modernidad: 
Con frase lapidaria lo dice Schwiter: "Todo lo que escupe un artista es arte". Y Andy Warhol lo corrobora: "Ganar dinero es un arte. En lugar de comprar un cuadro que vale 200.000 dólares ¿por qué no coger los billetes de banco y pegarlos al muro?"
Aquí nos disponemos a explicar el intento de definición —más bien clásico— arriba escrito, ni que sea de modo aproximado. 

¿Es necesaria una cierta técnica para que aparezca el arte? La respuesta es, para los antiguos y los sencillos (niños y gente de bien), un "obviamente, sí". Es, sin duda, lo que se valoraba en segundo lugar, después de un instantáneo y primer suspiro o grito de asombro genuino. 
Sin embargo, hubo una época —y en ella estamos todavía, me temo— en que se le quitó paulatinamente la importancia, hasta quedar en nada. 
Leamos ahora otro fragmento, de una claridad tremenda, del mismo ensayo:
"El fin último del arte contemporáneo no es crear belleza, sino libertad. De ahí proviene su afán moralizador que ha convertido en predicadores a muchos artistas, por ejemplo a Joseph Beuys. Escribió El silencio de Marcel Duchamp para acusar a este artista de no haber sacado las consecuencias de sus revolucionarios actos: "Hizo que el urinario entrase en el museo para demostrar que el traslado de un lugar a otro lo hacía artístico. Pero no llevó esta constatación a la conclusión, clara y simple, de que todo el mundo es artista. Por el contrario, se encaramó en un pedestal, diciendo: "Mirad como epato a los burgueses". Para mí, en cambio, mi tesis fundamental es: Cada hombre es un artista. Ésta es mi contribución a la historia del arte". Enseñó a sus alumnos, con verdadero fervor, que todo hombre es un artista, y que el verdadero capital no es el dinero, sino la creatividad. Después de haber conocido los horrores de la guerra, quiso hacer del arte el método para la resurrección. "Cuando digo que cada hombre es un artista", escribió, "no quiero decir que todo hombre sea un buen pintor. Significa que el hombre tiene la posibilidad de autodeterminarse".
Es, sin duda, una interesante mezcla mental de ideas, la de Joseph Beuys, que Marina sintetiza bien: el arte contemporáneo no busca pintar bien, sino recordar que somos libres. Sabido esto, mucho de la técnica, como ya hemos señalado, queda fuera de ese modo de entender el arte. 

Retrocedamos ahora al vídeo del principio, que es el causante de esta reflexión en la que estamos metidos. Y a la caracterización de arte que sugeríamos.
El artista en cuestión, que probablemente no se considere así (punto importante, este), es Andre Antunes. Y no es solamente un guitarrista de técnica espectacular, como puede comprobarse en tantos vídeos, sino que es algo más que eso: un creativo con una misión elevadora... por el motivo que él haya querido darle. Tal vez, la pura diversión.
Pero, podemos repetirlo, es arte en estado puro, porque esa (mucha, en este caso) técnica está al servicio de la belleza que rescata al hombre de sus bajezas morales, y que lo eleva al asombro y a la contemplación.

No compete a nadie juzgar por qué chillan desaforadamente esas personas del vídeo. Pero no es evidente que haya que grabarse así: esa falta de moderación habla mal de ellas, sea lo que sea lo que estén diciendo. Iba a decir "razonando o defendiendo", pero me temo que a grito pelado no hay quien defienda nada. 
(En un paréntesis, voy a colocar una cita de Shakespeare. En boca de Duncan, nos explica:
¡No existe arte que pueda descifrar el sentido del alma en las líneas del rostro!"
Así se lee en Macbeth, esa obra inmortal de Shakespeare. Aprovecho para recomendar fervientemente la versión reciente de Apple. Magnífica.)

No sé si hay motivos, salvo la búsqueda de fama y likes y ciertos ingresos económicos, que justifique la locura de grabarse así de ido. Dudo que lo hagan queriendo. Es una moda que se me hace extraña, porque lo es.
Pero la música que ha generado ese artista aprovecha y eleva esos chillidos hasta que desparecen, quedando solo la canción. 

Alguno pensará que es una exageración. Me gustará saber en qué. 
Diría que usar los talentos que uno tiene para quitar lo horrible del mundo es algo que está al alcance de pocos. 
Y es necesario para todos.  

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