Verano, intereses, Chesterton

Verano. O, mejor dicho, vacaciones, ni que sea para algunos afortunados. Ahí estamos. 

Reflexiones sobre esa pareja de conceptos (el verano y las vacaciones), las que quieras. Sobre la interesantísima etimología de la palabra vacaciones, miles. Sobre la capacidad del hombre de estresarse en verano, cientos de miles.

Pero mira, resulta que estoy leyendo Herejes, un libro de Chesterton de provocador título y mejores ideas. Y ahí, con su característico estilo, sostiene lo siguiente: 
No existe sobre la tierra un tema sin interés; lo único que puede existir es una persona sin interés
¡Qué maravilla tenerlo tan claro y, por tanto, poder decicarse a escuchar a gente hablar sobre cualquier tema! O "leer a quien sabe de", que vendría a ser lo mismo. O "ver cómo este director de ciene me lo sirve en pantalla". Y demás. 

Recuerdo ahora la distinción que hacía un amigo sobre este particular. Él hablaba de las personas inquietas, con inquietudes, y de las inquietorras, usando ese peculiar sufijo (-orra/o), que le da vida sonora a la palabra. 
La diferencia está, tal vez, en lo que dice Chesterton: no es moverse por moverse, sino buscar todo lo que de bueno y bello y verdadero hay en el mundo y en las personas. Esa es la actitud de fondo más saludable que hay. Y desarrollarla puede ser un buen propósito veraniego: "a ver qué aprendo de este tipo con quien hablo", "a ver qué leo y qué me aporta: qué nuevos temas, qué puntos de vista, qué enfoques". No haría falta, pero ahí lo dejo dicho: en esta labor, ¡qué buen papel hacen siempre lo clásicos: las lecturas y relecturas, y visionados y audiciones y visitas a museos e iglesias, y paisajes...! (Todo, menos encerrarse a leer un blog como este)

Y así parece nuevo todo: la novedad que aporta al universo cada persona es, en parte, esto. 

¡Feliz verano!

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