¿Soy yo o cada vez hay más anuncios de trasteros en la ciudad?
Haz espacio para tus cosas
Así lo anunciaba una marquesina en la parada de autobús. En pleno atasco, el slogan me dio para pensar dos cosas relacionadas y bastante distintas: lo que te sobra, y lo que no puede faltar.
Por partes.
Primero, que tenemos cada vez más cosas, y que nos sobran.
Es simpática la etimología de "sobrar". Procede de "superare", de super-habere: de tener de más, por encima de lo que necesita uno. Sufrimos el síndrome de Diógenes, pero con cierto control y disimulo. Y algunos, sin disimulo, pobrecillos. Vamos comprando a golpe de click instantáneo y acumulamos cachibaches "utilísimos". Después llega el momento de no saber dónde meterlas. Pero, como nadie quiere tirarlas ya —"por si un día..."—, hemos inventado los trasteros.... exteriores a las casas. Una segunda casa en miniatura —una habitación basta— para dejar todo lo que no uso. Con lo sano es deshacerse de ellas. O dárselas a quien las necesite y vaya a usarlas. Venderlas es una opción también. Ordenarlas, otra: a veces no caben porque está la casa hecha un caos. Marie Kondo, la gurú del orden, podría aportar su granito de arena a la discusión... de no ser por haber claudicado ya en su afán por ordenar la vida de todos de modo obsesivo. Ha reconocido ya la buena japonesa que no hay modo de vivir el orden si uno tiene hijos, como ella.
Pero luego está el segundo sentido de la frase "haz espacio para tus cosas". Se refiere a lo que no puede faltar en tu vida. Es, por si no queda claro, bastante opuesto al primero. Dejo por ahí esas cosas porque no las voy a usar, porque ahora mismo no las necesito. Aquí, sin embargo, se habla de lo contrario: buscar tiempo para lo que quiero. La cuestión de las famosas prioridades. "Prior", latín: primero entre otras personas o cosas.
Uno tiene tiempo para lo que quiere, tantísimas veces. Raro es el día en que uno no come por falta de tiempo. Raro, el que no duerme o bebe.
Uno tiene tiempo para lo que quiere, tantísimas veces. Raro es el día en que uno no come por falta de tiempo. Raro, el que no duerme o bebe.
El problema es que no somos patos o vacas, que ya saben lo que necesitan. Somos seres humanos, y no estamos diseñados de modo tan sencillo. Nuestra riqueza es fuente de indigencia, decía mi profesor de filosofía: el estar tan por encima de los animales en algunos aspectos, nos hace estar muy por debajo de ellos. Un ser humano, por ejemplo, puede no saber cuándo está cansado o saturado. O que, en realidad, lo que necesita es dejarse querer. O amar de una vez, y dejar de usar a la gente. Puede querer prescindir de su parte intelectual. O de alguna actividad espiritual o trascendente. Pero luego eso pasa factura, porque así nos han diseñado... completamente incompletos. Y tenemos muchas facetas: física, intelectual, racional, social y trascendente. De todas ellas hay que ocuparse, por más que tendamos a ser reduccionistas.
Sería bueno —eso recuerdan de vez en cuando los adolescentes si les hablas de estas cosas– que hubiera una lista de esas cosas en algún sitio. Me atrevo a decir que las hay en algunos lugares: los clásicos, sean películas, libros, música o del tipo que quieras. Son avisos de lo que no puede faltar en tu vida.
Y, en un sumo atrevimiento en estos tiempos laicistas, digo casi con solemnidad, que hay una lista buenísima en el decálogo, en los diez mandamientos de la ley de Dios que aparecen en la Biblia desde hace muchos siglos.
Ese es el sentido: no vivas sin dejar espacio a esas cosas, que son tus cosas. No deja de ser paradójico que, siendo la ley de Dios, en su mayoría traten del hombre: 3 a 7 es la proporción. Los primeros tres, sobre Dios. Los otros, sobre los hombres. El sentido de la paradoja —que no es contradicción— es este: Dios se preocupa por ti, y esa es tu felicidad, saberse amado por Alguien así. Ni más ni menos que eso.
PD: Como hay quien no sabe ya qué mandamientos son esos, aquí los transcribo. Aquí, más madera, para quien quiera avanzar en materia.
1º Amarás a Dios sobre todas las cosas.
2º No tomarás el Nombre de Dios en vano.
3º Santificarás las fiestas.
4º Honrarás a tu padre y a tu madre.
5º No matarás.
6º No cometerás actos impuros.
7º No robarás.
8º No dirás falso testimonio ni mentirás.
9º No consentirás pensamientos ni deseos impuros.
10º No codiciarás los bienes ajenos.
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