Shakespeare y El Equipo A: valor, dinero y cerebro.

Hace ya un mes o así pude ver este remake de la famosa serie de la que algunas veces disfrutaba cuando era un canijo. Ya me he recuperado: ya puedo decir algo sobre una frase que tomé prestada. Pero, ¡lo que son las cosas!, la voy a unir con una maravilla shakespeareana. Porque resulta que estoy leyendo "El mercader de Venecia" y, claro, cada dos por tres podría pararme a tomar notas. Me he quedado con una, por el momento.

En "El equipo A", ese atajo de hombretones sin ley y métodos, se da un choque de intereses entre ellos y la ley. Poco menos chulos que nuestros protagonistas, en un momento dado, tienen un diálogo con Hannibal.
Empiezan ellos. Y la respuesta de Hannibal está a la altura:

-Ganamos en una semana lo que vosotros en un año.
-El dinero no puede comprar ni el valor ni el cerebro. Y a vosotros os faltan ambas cosas.

Y se va, tan pancho y con uno de sus míticos puros en la boca.

Lo cierto es que la frase es contundente. Y cierta.
Ahora propongo un ejercicio de imaginación.
Ahí va.
¿Qué pasaría si, en lugar de esa frase, le hubiera dicho algo un tanto diferente? Puestos a imaginar, podría habérselo soltado en medio de sus ideas. Es una frase de Basanio, un personaje de El mercader de Venecia:

"¡Cuántos cobardes, cuyos corazones son tal falsos como gradas de arena, llevan en sus rostros las barbas de Hércules y de Marte, con el ceño malhumorado, y cuando se les escruta interiormente se encuentra el hígado blanco como la leche! No se adornan con estas excrecencias del valor más que para hacerse temibles".

Y luego, añadir la suya.

Bromas a parte, es notable el cambio de registro.
Pero se me ocurren dos cosas más.

La primera, que la verdad es poliédrica: tiene muchas caras, aunque sea una. Se puede expresar de muchas maneras. Nadie hay tan tonto que no sea capaz de ser golpeado por la verdad (Truth hits everybody, dice Sting).

La segunda, que el hombre tiene capas... y caras. Y que la verdad está dentro. Y que es mejor que salga habitualmente: ser un hombre veraz no tiene precio, aunque sí coste. Y que compensa.





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